1 de Mayo de 2009 mi primo Fernando y yo salimos para el valle de Echo. La primera idea era pasar noche en Bujaruelo para subir al Taillon por la Brecha de Rolando y luego bajar por las Clavijas de Cotatuero a Ordesa. Esa era la idea inicial y así conocer otra parte de los Pirineos pero el riesgo de aludes era alto así que decidimos abortar esa idea y nos vamos dirección a Echo. Allí decidimos ir al refugio de Gabardito. La idea es la de hacer una pequeña excursión por el valle de Aguas tuertas y acabar en el Ibón d’Estanés. Para mala suerte nuestra el refugio está lleno así que nos bajamos a Siresa y paramos en un Hotel para tomar una caña. Queremos pasar noche o bien en la furgoneta (lo descartamos por el frío) o en el refugio de Lizara. Por fin localizamos el teléfono del refugio. Tienen sitio para los dos y además pedimos cena y desayuno.
El refugio ya lo conocemos de otra visita (subida al Bisaurín). Allí compartimos noche con el oso yogui. Esta noche también nos tocará sufrir los ronquidos, los ruidos, los altibajos,… de otro oso. Pasamos la noche lo mejor que podemos y es que se hace complicado dormir con semejante estruendo.
A las 7 de la mañana nos levantamos. Desayunamos en el refugio. Cogemos la furgoneta y nos dirigimos a nuestro punto de partida. Pasamos Echo, Siresa, la Boca del Infierno, la Selva de Oza (allí empieza el sendero hacia el ascenso al Castillo d’Acher), seguimos el camino hasta que una señal nos impide el tráfico. Dejamos la furgoneta, nos preparamos y a las 9 de la mañana empezamos la aventura.
El primer tramo es seguir el sendero hasta subir y llegar al collado de Achar de Aguas Tuertas (1.600 m). Al llegar arriba de éste nos sorprendemos. Realmente hemos acertado con la excursión. Las vistas son excelentes, preciosas. Todo nevado, las montañas con pequeñas nubes que rodean la parte más alta de estas. Como hay cantidad de nieve nos ponemos las raquetas. Realmente no sabemos dónde se encuentra el Ibón. Si fuera verano seguiríamos el GR 11 Sin problemas pero ahora en invierno es imposible. Así que nos dejamos llevar por unas huellas que intuimos nos llevan al Ibón. Vamos subiendo pero finalmente las huellas desaparecen y el Ibón no está por ningún lado. Fernando y yo pasamos por ese momento de “la hemos cagado y no hay Ibón por ningún lado”. Delante nuestro queda una pequeña montaña que decidimos subir para ver si anda cerca el objetivo. Subimos pero no localizamos nada. Justo a nuestra derecha queda otra montaña donde localizamos un grupo de gente. Nos ponemos en marcha y logramos llegar arriba de ésta. Ahí justo está el Ibón. De bajo de nuestros pies queda el Ibón d’Estanés. Es enorme, esta precioso, nevado, esperando a que los rayos de sol empiecen a hacer su trabajo de primavera. Justo delante nuestro queda Candanchú y el Valle de Tena. Aprovechamos para hacer un bocado y bajamos de nuevo por el mismo camino.
Algo que me sorprende es que nos hemos encontrado a bastantes montañeros. Me esperaba menos pero con los peligros de aludes es algo normal. Con las raquetas lo pasamos mal a la hora de bajar, nos estamos destrozando los tobillos y las rodillas. Paramos en Aguas Tuertas para reponer fuerzas. Luego ya de nuevo llegamos al collado para descender por la pista de tierra hasta la furgoneta.
El día ha sido fabuloso. La excursión la hemos clavado. Hemos descubierto un bonito sitio para hacer otra visita (Castillo d’Acher). Lo hemos gozado cantidad y al final ha sido algo más duro de lo previsto y es que andar por nieve hace que la dificultad aumente un poco. Al final 6 horas justas de salida. Hasta la próxima.
El refugio ya lo conocemos de otra visita (subida al Bisaurín). Allí compartimos noche con el oso yogui. Esta noche también nos tocará sufrir los ronquidos, los ruidos, los altibajos,… de otro oso. Pasamos la noche lo mejor que podemos y es que se hace complicado dormir con semejante estruendo.
A las 7 de la mañana nos levantamos. Desayunamos en el refugio. Cogemos la furgoneta y nos dirigimos a nuestro punto de partida. Pasamos Echo, Siresa, la Boca del Infierno, la Selva de Oza (allí empieza el sendero hacia el ascenso al Castillo d’Acher), seguimos el camino hasta que una señal nos impide el tráfico. Dejamos la furgoneta, nos preparamos y a las 9 de la mañana empezamos la aventura.
El primer tramo es seguir el sendero hasta subir y llegar al collado de Achar de Aguas Tuertas (1.600 m). Al llegar arriba de éste nos sorprendemos. Realmente hemos acertado con la excursión. Las vistas son excelentes, preciosas. Todo nevado, las montañas con pequeñas nubes que rodean la parte más alta de estas. Como hay cantidad de nieve nos ponemos las raquetas. Realmente no sabemos dónde se encuentra el Ibón. Si fuera verano seguiríamos el GR 11 Sin problemas pero ahora en invierno es imposible. Así que nos dejamos llevar por unas huellas que intuimos nos llevan al Ibón. Vamos subiendo pero finalmente las huellas desaparecen y el Ibón no está por ningún lado. Fernando y yo pasamos por ese momento de “la hemos cagado y no hay Ibón por ningún lado”. Delante nuestro queda una pequeña montaña que decidimos subir para ver si anda cerca el objetivo. Subimos pero no localizamos nada. Justo a nuestra derecha queda otra montaña donde localizamos un grupo de gente. Nos ponemos en marcha y logramos llegar arriba de ésta. Ahí justo está el Ibón. De bajo de nuestros pies queda el Ibón d’Estanés. Es enorme, esta precioso, nevado, esperando a que los rayos de sol empiecen a hacer su trabajo de primavera. Justo delante nuestro queda Candanchú y el Valle de Tena. Aprovechamos para hacer un bocado y bajamos de nuevo por el mismo camino.
Algo que me sorprende es que nos hemos encontrado a bastantes montañeros. Me esperaba menos pero con los peligros de aludes es algo normal. Con las raquetas lo pasamos mal a la hora de bajar, nos estamos destrozando los tobillos y las rodillas. Paramos en Aguas Tuertas para reponer fuerzas. Luego ya de nuevo llegamos al collado para descender por la pista de tierra hasta la furgoneta.
El día ha sido fabuloso. La excursión la hemos clavado. Hemos descubierto un bonito sitio para hacer otra visita (Castillo d’Acher). Lo hemos gozado cantidad y al final ha sido algo más duro de lo previsto y es que andar por nieve hace que la dificultad aumente un poco. Al final 6 horas justas de salida. Hasta la próxima.
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