18 de marzo de 2007

ASCENSIÓN AL BISAURÍN (2668 m)

Casi un año después de la ascensión a la Mesa de los Tres Reyes, hoy día 18 de Marzo de 2007, mi primo y yo hemos coronado el Bisaurín. El Bisaurin es uno de los colosos del Pirineo occidental y una de las referencias obligadas en el progresivo crecimiento que la cordillera muestra camino de su centro geográfico. Sus 2.668 metros lo convierten en la mayor altitud de este tramo pirenaico previo al de los ‘tresmiles’ y su espectacular perfil le confiere una personalidad indudable y una imagen reconocible en la lejanía.

Antes de nada, vamos a colocarnos en el tiempo:

Viernes 16 de Marzo de 2007, salgo de Lleida sobre las 18:30 de la tarde y pongo rumbo a Zaragoza por la N-II donde me encuentro durante todo el viaje “miles” de camiones. A las 21:00 estoy ya en casa de mis tíos, Eva y Fernando, converso con ellos, ceno y me voy a dormir. Al día siguiente, sábado 17 de Marzo, mi primo Fernando me viene a buscar y decidimos qué hacer ese fin de semana. Vamos a casa de Paco, Noe y Zilia y miramos el tiempo. Una vez informados del tiempo, decidimos poner rumbo y disfrutar de los paisajes del valle de Echo y Aragües. Esta vez Paco no puede unirse a tan intrépida expedición ya que este mismo fin de semana Noelia, Zília y él están en una casa rural en La Rioja. Así pues, mi primo y yo comemos en su casa un buen plato de patatas fritas, lomo (él bistec) y una ensalada. Después del “banquete” nos espera unas 2 horas de siesta. A las 17:00 hacemos las maletas, vamos a buscar mi coche y ponemos rumbo hacia las montañas. Fernando en su coche y yo en el mío, es en Huesca donde dejo mi coche en un gran parking donde hay un McDonald’s,… y me subo al coche de Fernando. Juntos en el coche llegamos sobre al refugio de Lizara (1.540 m) sobre las 20:30. Nos instalamos en la habitación número 2. La habitación dispone de un lavabo propio y de un par de literas (no está nada mal para ser un refugio). Cenamos un par de bocadillos (Jamón y salami) un baso de leche con Cola-Cao y yo intento comer una mandarina que al final desisto puesto que no la puedo pelar. Finalizada la cena, ojeamos unas revistas y echamos un vistazo al refugio. A las 23:00 nos vamos a la cama. La habitación la tenemos que compartir con dos chicos más que más tarde se incorporarán en sus aposentos. Hasta aquí todo genial.
Es cuando uno de los dos chicos (el oso yogui) empieza a dormir cuando aparece el GRAN problema de esta nueva hazaña pirenaica. Resulta que este “individuo” digamos que sufre ciertos trastornos respiratorios por la noche. Durante más de hora y media ni Fernando ni yo conseguimos cerrar ojo. Incluso mi primo, que otra cosa no pero manitas si que es, se las ingenia con papel higiénico húmedo para inventarse unos tapones para los oídos que a mí no me funcionarán.
Al final conseguimos dormir y a las 7:00 de la mañana nos despertamos para desayunar. Zumo, leche, tostadas, croaissants, queso y mantequilla los ingredientes para coger fuerzas para una buena caminata. Es a las 8:00 cuando ponemos rumbo hacia el Bisaurín. Poco a poco vamos cogiendo el ritmo montañero que requiere la aventura y nos encontramos a nuestra derecha un grupo de rebecos que nos dan los buenos días. Avanzamos un poquito y nos paramos para colocarnos las polainas. Mientras un montañero solitario nos pasa y será él quien llegue primero a la cima. De nuevo nos ponemos en marcha rumbo al collado del Foratón donde nos da la bienvenida un fuerte viento. Andamos unos metros más y nos colocamos los crampones. Mi primera experiencia en la montaña usando crampones. Esto que hago uso son de Fernando, bueno, mejor dicho de la base y no es que sean muy modernos. Se me hace extraño andar con ellos y sobretodo muy pesado aunque no hay más remedio que aguantar con ellos si realmente quiero finalizar la jornada montañera con éxito.
Lo siguiente que toca subir es una larga pala que conduce a la cima del Bisaurín. La pala es larga, de gran inclinación (30-35º), repleta de hielo y nieve y si a eso le sumamos la fatiga que produce la “no-técnica” de saber andar con crampones hace de este tramo de ascensión un tramo duro y fatigado en el cual no falta algún que otro reniego de mi parte. A las 10:50 conseguimos llegar arriba de la cima. Lo “difícil” ya estaba hecho y tan solo en 2 horas 50 minutos. Desde lo más alto del Bisaruín se aprecian otras tantas cimas como la Mesa de los Tres Reyes, el Petrechema,… la vista es increíble, preciosa la verdad es que ha valido la pena subir hasta arriba. Comentar que una vez más en lo alto de la montaña se encuentra reinada por una cruz, que alguien tubo el “detalle” de colocarla en algún momento de algún tiempo pasado. En lo alto de la cima permanecemos 10 minutos, bebemos algo, comemos chocolate, hacemos las correspondientes fotografías y de nuevo hacia a bajo.
El descenso lo hacemos por otra ruta. Salimos de lo más alto de la montaña a las 11:00. La bajada es increíble, muy empinada y larga (no paramos de bajar hasta llegar a la llana). Durante la bajada pongo en práctica el método de descenso que mi primo bien conoce y me enseña…clavar punta y cuerpo hacía detrás. Parece fácil pero a lo largo de toda ésta voy “tropezando” y resbalando con y por la nieve. Es aquí, en la bajada cuando mis crampones rompen el pantalón. Así que mala experiencia con los crampones. Después de este percance con mis pantalones seguimos bajando y paramos para quitarnos los crampones una vez hemos llegado a la llana. De la llana al refugio, algo de nieve, barro y mierdas de vaca. A nuestra izquierda nos queda un bonito río.
Llegamos al refugio a las 13:50, el descenso ha sido mucho más largo que la subida pero realmente ha merecido la pena por el paisaje y por qué siempre es más bonito y aventurero bajar por una vertiente diferente a la del ascenso.
En el refugio nos tomamos unos refrescos, coca-cola y nestea. Nos cambiamos de ropa en el coche y comemos los bocatas que nos había preparado Eva. Echamos las últimas fotos y partimos dirección Huesca para coger mi coche. Ahí, yo cogeré carretera de Lleida y mi primo se irá por la autovía hacía Zaragoza. Ya en Huesca y en el parking mi primo y yo hacemos de mecánicos y miramos las ruedas, agua…y aceite de mi coche.
Fernando que es todo un “manitas” rompe el tapón del aceite pero con un poco de cinta lo arregla… Ya al final cada uno se sube al coche y pone rumbo a casa. En el coche y escuchando música me invadía ya la vacía pena del viajero que regresa (Ismael Serrano dixit) mientras a lo fondo del horizonte veía como la jornada tocaba su fin.

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